Hace unos meses comenzamos en nuestro hospital un taller de jardinería dentro de la programación de terapia ocupacional. El centro nos cedió una parte del jardín para nuestro uso, el cual, tras limpiar de maleza y delimitar la superficie, hemos ido cuidando. Respetamos los árboles que allí estaban y comenzamos a plantar cactus de diferentes variedades, uña de gato, geranios y gitanillas, cintas, un chirimoyo, etc.
Entre todos los usuarios participantes se decidió hacer un huerto de plantas aromáticas, entre las opciones planteadas nos decantamos por plantar aromáticas de hoja perenne, en concreto lavanda y romero.
Tras varios meses cuidando las plantas, un residente con experiencia propuso hacer un pequeño huerto pero esta vez de hortalizas. El primer paso consistió en ponernos de acuerdo en algo fundamental, ¿por dónde empezamos? ¿qué hortaliza sería mejor para empezar nuestro huerto, si no somos un equipo experimentado? Tras sopesar pros y contras, el grupo se decantó por plantar tomatitos cherry. El siguiente paso: hacer una visita al vivero. Fue una jornada estupenda ya que pudimos curiosear entre las plantas, pedir consejos a los dueños del vivero, aclarar dudas, etc. Las horas se nos pasaron rápido entre tantas cosas bonitas…
Y después de disfrutar paseando por el vivero, elegimos nuestros macetas de tomates para plantarlos ese mismo día.